viernes, 19 de octubre de 2012

Esa sensación que se siente solo en ese lugar


Siempre he defendido que la felicidad no depende del sitio en el que estés, sino de con quien lo comportas. Puedes sentirte la persona más desgraciada del mundo observando la puesta de sol más perfecta que en ninguna foto se pueda plasmar; del mismo modo que puedes sentirte el ser más feliz del universo sentado en el taburete más roto, del bar más cutre, al que has ido a parar con tus amigos.
Un sitio enamora, puede cegarte y sentir que es algo imprescindible para ti, seguramente lo sea, te hará feliz visitarlo, vivir allí...pero si no encuentras con quien compartirlo, con quien disfrutarlo, te acabará minando las energías.
Pero a toda regla, le llega su excepción, y es esta... 

Cuarto y mitad de tu corazón
Ese sitio, que te maravilla, que te da la vida, te recarga las pilas, te hace sonreír por dentro, porque es ese lugar que compartes contigo misma. Es ese destino que está lleno de recuerdos, en el que has estado tantas veces, tantos años...que jamás podrás sentirte sola allí.
No ves más allá del horizonte de olivos que te envuelve, de ese cielo azul de día y enormemente estrellado de noche, que te hace respirar tan fuerte que la olor de los jazmines invade hasta el último de tus alveolos. Es esa paz, esa sensación de control, de independencia a la vez, que te hace recordar quien eres y lo que te gusta disfrutar de la vida.
Ese lugar que llevas tatuado en cada uno de tus lunares, quizás sea la burbuja que te abstrae de todo, la válvula de escape a tus problemas y a tus pensamientos, quizás sea simplemente un alto en el camino, un reinicio...pero te hace sentir tan bien, que no puedes dejarlo. Es la droga que te cura, es quien te devuelve la sonrisa que todo este verano has tenido perdida...es simplemente eso, un lugar.
No hay mejor sitio que ese, ese que disfrutas con tu yo más escondido, con la niña que guardas en lo más profundo de ti, que siente miedo a crecer, porque todo cambia a un ritmo vertiginoso... pero sigues siendo tú, tú frente al mundo, frente a una dura realidad, que duele y te descoloca...pero allí, allí no hay nada, no hay nadie, estas tú y ese lugar del que siempre vas a disfrutar aunque simplemente estés sentada en una silla sintiendo el viento de la esquina, pues te da más de lo que te quita.
No es el sitio en si, es lo que te hace sentir, es esa transparencia que ves en tus ojos cuando te miras, esa sonrisa que te provoca, esa sensación de que todo esta bien, y todo seguirá estando bien, porque tú y tu yo interior están hablando, riendo y compartiendo ese lugar... Es allí dónde te encuentras cada vez que te has sentido perdida, porque allí es dónde toda tu vida encuentra el sentido, pues es el punto de partida, el punto de inflexión, es dónde el pasado, el presente y el futuro convergen, porque en ese lugar fuiste, eres y serás, siempre, tu.

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