Me di la vuelta, no sabía que más
decir. Era algo que necesitaba pensar, sopesar, aunque en el fondo de
mi ya sabía la respuesta.
¿Seria capaz de crear una estabilidad
en un lugar que, aunque amaba con todas mis fuerzas y me había
enseñado a vivir de esa manera que tan bien me sentaba, era un lugar
que se encontraba muy lejos de mi corazón? ¿O es que quizás
debería empezar a vivir con un nuevo corazón, un borrón y cuenta
nueva emocional?
Dios...estaba hecha un lío. Era
fantástico, todo pasión, lujuria y ahora me estaba ofreciendo todo
lo contrario, la dulzura y ternura de un hombre enamorado...eso es lo
que necesito. Pero solo serán 6 meses, y si resulta
que al final del tiempo decido continuar, tendré que cambiar de
vida, ¿seré capaz?
Querer y no poder, poder y no querer...todo a
la vez.
Decidí que no era el momento, tenía
que salir huyendo; hace 8 días estaba planeando mi fiesta de
despedida, el corazón me daba un vuelco tan solo al pensar que mi
madre iría a recogerme al aeropuerto y ahora mi estancia se
prolongaba, y estaba encantada, pues eso me permitía seguir
creciendo como persona y seguir desarrollándome profesionalmente,
pero era una cambio de planes no ideado. No podría soportar otro
cambio de planes, y menos respecto a él. Cada vez iba aclarándome
mas, nuestra relación se quedaría ahí.
Tome aire antes de meter la llave en la
cerradura, era hora de contárselo a Mario y me iba a avasallar a
detalles...allá iba...
Entro muy alterada, empiezo a hablarle
aunque no lo vea, lo hago en castellano, sabe que si lo hago es
porque necesito expresarme con claridad y llevo un cabreo muy grande
y empiezo a contarle lo de Dario: primero que si me iba a dejar
marchar sin decirme nada, en el caso de que no me hubieran renovado,
y segundo que si no era sincero cuando hablábamos de nuestros
sentimientos...y así con una tensión bestial.
Con mi alteración no me doy cuenta de
que necesita decirme algo, hasta que su voz invade la entrada...Me
quedo muy paralizada al verle, 10 segundos después de que nuestras miradas se
cruzaran y de que ninguno de los 3 articulara palabra, suspiré cerrando los ojos y ahí, fue cuando me di cuenta de que lo tenia frente a mi. Había
hecho miles de km y sabía exactamente a qué había venido.
Cuando me decidí a darle dos besos,
por mera cortesía, surgió la necesidad de abrazarnos, una necesidad
suya y mía, que me hizo comprender que el hogar está donde está el
corazón, y el mio estaba muy lejos de este lugar, dónde había
pasado mis últimos 6 meses; estaba en ese lugar de dónde el venía.