lunes, 11 de febrero de 2013

Había olvidado lo bien que se estaba entre sus brazos

Me di la vuelta, no sabía que más decir. Era algo que necesitaba pensar, sopesar, aunque en el fondo de mi ya sabía la respuesta.
¿Seria capaz de crear una estabilidad en un lugar que, aunque amaba con todas mis fuerzas y me había enseñado a vivir de esa manera que tan bien me sentaba, era un lugar que se encontraba muy lejos de mi corazón? ¿O es que quizás debería empezar a vivir con un nuevo corazón, un borrón y cuenta nueva emocional?
Dios...estaba hecha un lío. Era fantástico, todo pasión, lujuria y ahora me estaba ofreciendo todo lo contrario, la dulzura y ternura de un hombre enamorado...eso es lo que necesito. Pero solo serán 6 meses, y si resulta que al final del tiempo decido continuar, tendré que cambiar de vida, ¿seré capaz? 
Querer y no poder, poder y no querer...todo a la vez.
Decidí que no era el momento, tenía que salir huyendo; hace 8 días estaba planeando mi fiesta de despedida, el corazón me daba un vuelco tan solo al pensar que mi madre iría a recogerme al aeropuerto y ahora mi estancia se prolongaba, y estaba encantada, pues eso me permitía seguir creciendo como persona y seguir desarrollándome profesionalmente, pero era una cambio de planes no ideado. No podría soportar otro cambio de planes, y menos respecto a él. Cada vez iba aclarándome mas, nuestra relación se quedaría ahí.
Tome aire antes de meter la llave en la cerradura, era hora de contárselo a Mario y me iba a avasallar a detalles...allá iba...
Entro muy alterada, empiezo a hablarle aunque no lo vea, lo hago en castellano, sabe que si lo hago es porque necesito expresarme con claridad y llevo un cabreo muy grande y empiezo a contarle lo de Dario: primero que si me iba a dejar marchar sin decirme nada, en el caso de que no me hubieran renovado, y segundo que si no era sincero cuando hablábamos de nuestros sentimientos...y así con una tensión bestial.
Con mi alteración no me doy cuenta de que necesita decirme algo, hasta que su voz invade la entrada...Me quedo muy paralizada al verle, 10 segundos después de que nuestras miradas se cruzaran y de que ninguno de los 3 articulara palabra, suspiré cerrando los ojos y ahí, fue cuando me di cuenta de que lo tenia frente a mi. Había hecho miles de km y sabía exactamente a qué había venido.
Cuando me decidí a darle dos besos, por mera cortesía, surgió la necesidad de abrazarnos, una necesidad suya y mía, que me hizo comprender que el hogar está donde está el corazón, y el mio estaba muy lejos de este lugar, dónde había pasado mis últimos 6 meses; estaba en ese lugar de dónde el venía.

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